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En Manos de Dios

Vaya problema en el que están los argentinos! Si hay una persona indiscutible en el afecto nacional, ese es Diego Armando Maradona, el niño humilde que se convirtió en extraordinario futbolista en los años ochenta y dio a sus compatriotas la alegría –tan valorada en Argentina– de saberse los mejores del mundo. Por eso, al Diego, como le dicen, se le han perdonado todos sus excesos. Aquel Pibe de Oro tocado por la mano de Dios, es precisamente un intocable en su país. Mejor dicho, era.
Porque desde noviembre del 2008, el argentino más querido asumió el puesto más difícil en un país
futbolero como pocos: el de entrenador de la selección nacional. Un peligroso puesto que puede ser una catapulta formidable para convertirse en blanco feroz de las críticas y descender a los abismos del rechazo popular. Maradona con el buzo de la selección albiceleste genera sentimientos contradictorios en los argentinos. En noviembre del año pasado, una encuesta del diario Clarín reveló que el 70% estaba en contra de su designación como seleccionador nacional. Y eso que todavía no había dirigido ningún partido.

Maradona
La trayectoria de Maradona como entrenador es prácticamente inexistente. Dirigió al modesto Mandiyú de Corrientes en 1994, junto a Carlos Fren, ex compañero suyo en Argentinos Juniors que sí tenía el título de entrenador. Estuvieron al frente del equipo apenas en doce partidos, casi media temporada de la liga argentina, con resultados muy malos: sólo ganaron una vez. Dejaron al Mandiyú penúltimo y, efectivamente, luego el equipo se fue a Segunda División. En 1995, Maradona tuvo su segundo desafío como entrenador, nuevamente en dupla con Fren. Esta vez fue al frente del Racing Club y tampoco le fue bien. Sólo duraron once partidos con una campaña flojísima de dos triunfos, seis empates y cinco derrotas. Después de eso, Maradona volvió a las canchas y se despidió en Boca Juniors, fue internado varias veces por su adicción a las drogas, subió hasta los 120 kilos, se divorció de su esposa Claudia Villafañe, tuvo un sintonizado programa de entrevistas en televisión (La Noche del Diez) y dijo siempre que su sueño era dirigir a la selección argentina. Tal aspiración no era tomada muy en serio, hasta que en octubre del 2008, el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, el todopoderoso Julio Grondona, decidió cumplir el sueño del Diez para reemplazar a Alfio Basile, que iba a los tumbos con la selección en las eliminatorias mundialistas y había tenido desencuentros con jugadores como Messi y Riquelme. Para cubrirle las espaldas, a Maradona le pusieron como coordinador general al experimentado entrenador Carlos Salvador Bilardo –otro exitoso del ayer, ya retirado del fútbol y cada vez personaje más frecuente de espacios de farándula–. La fórmula tuvo inmediato impacto mediático, aunque los niveles de aprobación a su designación en diferentes encuestas fueron siempre bajos.
Al menos, los jugadores sí han estado al lado de Maradona, quien hizo una gira por Europa en enero para ver de cerca y dialogar con los mayores referentes de la selección: Messi, Tévez, Mascherano (“el único que tiene el puesto seguro en el equipo”, según el propio DT). Ni que decir del talentoso Kun Agüero, yerno de Maradona y figura del Atlético de Madrid. Si con Lionel Messi tuvo alguna vez algunas discrepancias, Maradona ha sido claro para despejarlas. No ha ahorrado elogios a la Pulga y se les vio muy amigables en su encuentro en Barcelona. “Ganamos todos si Messi es mejor que yo”, ha dicho Maradona en referencia a las comparaciones que se hacen entre dos grandes del fútbol mundial. “Yo ya hice lo mío, está filmado, en libros, y Lio la tiene brava, pero es un desafío hermoso. A mí me dijeron que era el mejor a los 26 años y él tiene 21. Por eso le aclaré que no quiero ningún Ronaldo arriba. Lo quiero ver primero de todos a él”. Por supuesto, el carácter explosivo de Maradona va a ser una variable difícil de controlar. En estas pocas semanas como seleccionador, ya ha manifestado sus diferencias con los dirigentes de algunos clubes que ponen trabas para ceder sus jugadores a la selección y ha criticado al propio Grondona. “Pero todos estos problemas no me van a doblegar, estoy muy fuerte. Los jugadores me necesitan y yo a ellos.
Estamos en permanente comunicación con todos, vemos todos los partidos, tenemos fuerzas, pero no es fácil. (…) Quiero creer que Julio Grondona va a cambiar esto en algún momento (en referencia al poco tiempo disponible para entrenar con los seleccionados). Se tendrán que poner de acuerdo los que  organizan, TV, dirigentes. Estamos en un momento en el que queremos unir para darle lo mejor a la selección y hay otros que están pensando en otras cosas”. Desde fines de marzo se escribirá una nueva historia. Se acabaron los partidos amistosos y Maradona tendrá que dirigir a los albicelestes en partidos válidos por las eliminatorias sudamericanas rumbo a Sudáfrica 2010. Los rivales no parecen de temer. El 28 de marzo Argentina recibirá a Venezuela en Buenos Aires y tres días después visitará a Bolivia en La Paz. Pueden darse dos triunfos que calmen las exigencias del aficionado argentino, que no ha visto con buenos ojos que su selección apenas ocupe el tercer puesto en la tabla de las eliminatorias (empatada con Chile, detrás de Paraguay y Brasil).
Otras federaciones sudamericanas también han optado por darle el buzo de entrenador a ex futbolistas que han brillado en sus selecciones: en estas eliminatorias tenemos a Dunga en Brasil, Erwin Sánchez en Bolivia y Chemo del Solar en el Perú. Ninguno la pasa bien; a Dunga lo insultan desde las tribunas y Brasil no es la máquina arrolladora que, al menos a nivel regional, se suponía. Bolivia y Perú, por su parte, ocupan los últimos puestos de las eliminatorias. Preparémonos pues para ver a Maradona en la hora de la verdad como seleccionador argentino. Veamos si la mano de Dios sigue funcionando.

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