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Familias rotas por la crisis

Costó mucho sacrificio, dinero y un año de espera para que Ismael M., de 27 años, lograra traer desde Quito a su esposa y a su hijo de meses. Sin papeles y con trabajos esporádicos, abrazaba la esperanza de que su mujer le ayude a ahorrar. Pero la realidad fue más dura. Con el niño pequeño ella no podía trabajar y tenía que compartir con su marido el poco dinero que ingresaba al hogar. Han pasado casi dos años y la paciencia de ambos ha llegado al límite; han decidido separarse otra vez, pero intercambiando los papeles. Ella trabajará como interna para ahorrarse la habitación y él regresará – con el Programa de Retorno Voluntario- a Ecuador, acompañado de su niño. “Aquí no hay trabajo para los hombres, es preferible que ella se quede” añade, cabizbajo.
Según los datos del Ministerio de Trabajo e Inmigración, en 2008 el Gobierno Español concedió 80.863 permisos de residencia temporal por reagrupación familiar. La mayoría de estas autorizaciones se concentran en Barcelona, Madrid, Murcia y Baleares. Sin embargo, esta cifra es inferior a los índices registrados en 2006 y 2007. Las solicitudes cayeron un 42% en 2008 y se estima que su crifra seguirá disminuyendo por la situación inestable del país.
De los permisos concedidos a la fecha, los ecuatorianos lideran el grupo de latinoamericanos que en mayor medida han traído a sus familiares a la Península y son los segundos en la lista incluyendo las islas (los primeros son los marroquíes). Sólo para ecuatorianos se concedieron 11.547 permisos en 2008. Siguen en la lista Colombia y Perú. Pese a que el Gobierno ha anunciado que el anteproyecto de la Ley de Extranjería endurecerá la norma sobre la reagrupación familiar, los inmigrantes no han reaccionado con más solicitudes como se esperaban. Al contrario, han dejado de solicitarla debido a la inestabilidad laboral. Según el ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, una de las reformas legislativas en este tema consiste en que los inmigrantes que soliciten la reagrupación tendrán que tener cinco años de residencia legal. Sin embargo, la propuesta también contempla que los hijos y el/la cónyuge puedan trabajar y no esperar un año como hasta ahora.

“Mi madre nos trajo pero ahora queremos volver”

Henry tiene 29 años y, desde hace cuatro, está en España. Vivió en Barcelona, Murcia y, ahora, en Madrid. Hace 5 meses que está en paro y, de vez en cuando, encuentra trabajo esporádico, como el de pintor, que durará un par de días. No deja de lamentarse de su situación y quiere regresar a Quito porque aquí “la cosa está fea”, dice. “Mi hermano se irá pronto, no sé si yo también tendré que regresar antes de que esto empeore” señala, con resignación.

“Tengo esperanza en la reforma de la Ley”
David y Jean Carlos Elizalde fueron reagrupados por su madre hace algunos años y ahora la ayudan en su restaurante, ubicado en el distrito de Ascao, en Madrid. Jean Carlos es el menor y quiere trabajar fuera del negocio familiar una vez que se pongan en marcha las reformas a la Ley de Extranjería que le darán ese derecho. Sin embargo, de continuar la crisis contempla retornar a Quito para seguir una carrera universitaria y buscar un trabajo allá y volver cuando las cosas mejoren. “Dicen que harán reformas entonces eso también nos beneficiará a los hijos que hasta ahora no podemos trabajar”, indica.

“He dejado el trámite a medias”

Pablo Delgado vive desde hace 10 años en Madrid y hace unos meses ha iniciado el trámite de reagrupación familiar para traer a su esposa y a su hijo de siete años. Pero ha decidido esperar a que “pase la mala racha” para traer a los suyos. “Un matrimonio debe estar y trabajar unido”, aclara, pero cuando recuerda la crisis imperante añade: “Muchos de mis compatriotas se han regresado, pero con sus mujeres”. Su hermano mayor, Ángel Delgado, que se encuentra junto a él almorzando, no pudo traerse a su familia pero abriga la esperanza de que su hijo de 17 años pueda venir algún día a ayudarle.

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