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En Colombia se va al río pero con olla en mano

Esperanza Ramírez es una colombiana que vive desde hace 20 años en Madrid, le encantan la montaña y las actividades al aire libre como ir al río en verano. Para programar su último paseo a la sierra madrileña llamó a cinco amigos colombianos y a cada uno le asignó qué llevar: Edilma encargada de los bocadillos, Bety y María de los entrantes como el queso, las aceitunas, y embutidos, Alex de las frutas y ella llevaría una nevera portátil con mucho agua y algunas cervezas.
Cuando llegaron a La Pedriza, en la sierra madrileña, caminaron río arriba en busca de un sitio que tuviera una buena orilla donde diera el sol pero que también tuviera algo de sombra. Una vez ubicados dejaron las cosas, se hidrataron y decidieron hacer senderismo por una de las rutas marcadas en la zona. Luego de una caminata de una hora, aproximadamente, regresaron a la base.
Pusieron la comida sobre un mantel y comieron disfrutando de los sonidos propios del lugar: el correr del agua, las hojas que se mueven con la brisa y hasta pájaros cantar. Es decir, tuvieron un encuentro total con la naturaleza. Una vez que terminaron de comer hicieron una siesta y después del descanso algunos se refrescaron los pies en el río, otros optaron por nadar un rato y hasta Esperanza aprovechó para hacer meditación. Al final del día merendaron tortilla de patatas con refrescos y terminaron de hacerse fotos. A las ocho de la tarde empezaron a recoger sus cosas para retornar a Madrid ya que una de las ventajas es que los paseos en España se prolongan un poco más porque oscurece más tarde.

Al río pero con olla

Pero si el mismo paseo se programa en Colombia lo primero que se busca es la olla, tiene que ser una olla grande que se pueda poner sobre la leña, generalmente en cada casa hay una o es muy fácil que un vecino la preste. La comida se lleva cruda. Patatas, yuca (otro tubérculo), plátano macho, mazorcas y en cuanto a la carne puede ser gallina, pescado o ternera, dependiendo de cómo se vaya a hacer el sancocho, que es una sopa típica colombiana.
Además, se llevan refrescos pero, sobre todo, muchas cervezas. Se ubica un tramo del río que tenga un buen pozo para que niños y grandes puedan nadar y luego se buscan tres piedras medianas, de tamaño similar para montar el fogón y todos a conseguir leña seca por los alrededores. Mientras unos están en la labor de encender el fuego otros se dedican a pelar patatas y toda la munición que llevará la sopa. Se pone a cocinar la carne con agua del río y poco a poco se van añadiendo los otros ingredientes. Mientras tanto se destapan cervezas y se ubica una grabadora en un lugar estratégico para amenizar el día con música alegre.

La hora de comer
Cuando los encargados de la olla anuncian que el sancocho está listo, los comensales buscan su plato y su cuchara para que les sirvan su ración. No puede faltar el encargado de repartir los aguacates ni el ají casero para acompañar la sopa. La música se mantiene pero se busca un ritmo más suave como los vallenatos.
Aunque en Colombia no es usual hacer la siesta, en los paseos al río se suele colgar un par de hamacas en los arboles para quienes quieran dormir un rato. Al otro lado del Atlántico el paseo termina un poco más temprano porque a las seis de la tarde empieza a oscurecer. Antes de levantar la olla y de apagar el fuego es casi seguro que los “paseanderos”, como se les dice a este tipo de viajeros, ya habrán bailado un rato a la orilla del río y brindado con una bebida alcólica más fuerte como el aguardiente.

Todo tiene su encanto
“El sabor de un plato de sancocho cocinado en leña no tiene comparación más aún si es al lado de un río y con tu familia o amigos. Pero de todas formas venir a refrescarte en las montañas madrileñas en verano tiene su encanto. Aquí sientes que es más relajante, allí es más fiesta. Yo disfruto de las dos maneras” dice Edilma Gúzman, una colombiana asidua de los paseos al río. El colombiano José Orlando Poveda lo que más extraña cuando sale de paseo al río en España es poder encender una fogata para hacer una barbacoa o preparar la comida pero tiene muy claro que están prohibidas para evitar incendios forestales y lo acata.
“Hoy en día las fincas de recreo en Colombia tienen piscina y las instalaciones cuentan con chiringuitos para encender fuego y cocinar sobre carbón y son mucho más cómodas. Sin embargo siempre se termina programando paseo al río más cercano pues es la mejor manera de sentir el contacto con la naturaleza” comenta el colombiano Alexander Prieto mientras camina por uno de los senderos de la sierra madrileña.
A Ramiro Salamanca se le iluminó la cara al preguntarle si en su país también iba al río de paseo. “Cada vez que viajo a Colombia organizo un paseo de olla para poder reunir a toda mi familia. Contrato un autobús pequeño por dos razones: primera, para ir todos más cómodos y segunda, para que podamos beber cerveza y aguardiente tranquilamente. Y claro, a quien primero metemos en el autobús es a la abuela y, si llevo buenos ahorros, hasta una ‘papayera’ (pequeña banda musical típica de Colombia) nos ameniza el paseo”.

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