Juvenal García fue contratado desde Colombia para venir a trabajar como camarero en un hotel español hace 3 años. La propuesta laboral que le hicieron fue tentadora y no lo pensó dos veces. Todo iba bien hasta enero de este año, cuando le cambiaron sus condiciones laborales. “Desde que llegué tuve claro que tenía que hacer turnos, trabajar fines de semana, y acepté. Me explicaron que esa era una de las razones por la que los hoteleros se veían obligados a contratar gente en otros países ya que no encontraban en España empleados dispuestos a trabajar con tanta rotación horaria. Pero resulta que ahora que hay tanto desempleo los españoles ya están más dispuestos a aceptar esas condiciones y a nosotros nos están sacando” dice juvenal decepcionado.
Agrega: “En el hotel donde trabajo han despedido sin ninguna razón a tres colombianos que llegaron conmigo y los han reemplazado por gente de aquí. Yo sigo resistiendo aunque me tienen trabajando sólo en el turno de madrugada. No sé si sea justo, pero es lo que hay, o eso es lo que me responden”.
Las cifras y la realidad
Las cifras son elocuentes. Desde el 2004 hasta el 2008 llegaron a España más de siete mil colombianos a trabajar contratados desde origen y en lo que va de este año tan solo se ha seleccionado a 50 enfermeras y 15 médicos para Canarias más otro grupo reducido que llegó a Cataluña para limpieza industrial.
La presidenta de la Asociación Iberoamericana para la Cooperación, el Desarrollo y los Derechos Humanos, AICODE (organización que tiene a su cargo la información y formación de los trabajadores colombianos seleccionados por las empresas españolas a través del SENA), Elvira Pavón, denuncia que se ha reducido el contingente de trabajadores extranjeros con un criterio político, sin tener en cuenta realmente la productividad del Estado. “A diario recibo llamadas de empresarios españoles que necesitan con urgencia trabajadores en campos específicos como auxiliares de enfermería, conductores de carros articulados y servicios, entre otros, pero no podemos ayudarles porque las convocatorias no están abiertas” dice Pavón.
Todo sobre ruedas
Hace dos años la empresa de alquiler de coches Europcar fue a Colombia a contratar a 96 personas
que necesitaba para atender al público en sus of icinas en España. Entre los seleccionados encontramos a Ricardo Jáuregui Morales. Llegó a España por un periodo de prueba de 4 meses y a los seis le hicieron un contrato indefinido, que aún está vigente.
Hasta la fecha a este ingeniero mecánico las cosas le han salido bien. A través de la misma empresa logró que su novia viniera un año después a trabajar con contrato laboral y documentos. A día de hoy les siguen respetando las condiciones laborales pese a que la empresa presentó un ERE, Expediente de Regulación de Empleo. Eso sí, reconoce que están temerosos.
Espejismo
Cuando la auxiliar de enfermería Inés Lucía Ospina Rodríguez llegó hace dos años de Colombia a trabajar a una residencia en la Comunidad de Madrid por medio del SENA se dio cuenta de que el papel aguanta todo. Y es que las condiciones laborales que estaban escritas en el contrato distaban mucho de la realidad. Una vez que se enteró de la posibilidad de venir a trabajar a España con documentos en regla se inscribió a la convocatoria, en total 1.200 personas aspiraron a las 150 plazas ofertadas. Ella fue una de las seleccionadas y se vino convencida de que trabajaría 7 horas al día en una residencia para mayores, con un sueldo mensual de 1.000 euros y vivienda gratis durante un mes hasta que pudiera ubicarse. “Cuando me presenté a mi nuevo puesto de trabajo se me asignó un turno de 12 horas de trabajo, el sueldo estaba por debajo de lo ofrecido inicialmente y, para completar, cuando llegué no me recibieron en el hospedaje prometido” recuerda Inés.
Asegura que puso todo lo que pudo de su parte pero el exceso de trabajo la superó. “Vine a trabajar como auxiliar de enfermería y ellos pretendían que trabajáramos también en la lavandería, como auxiliares de cocina o limpieza de baños y hasta ahí llegó mi límite”, concluye esta colombiana. Además de la frustración, esta joven se sentía temerosa de denunciar su situación pues le habían dicho que si incumplía el contrato la enviaban al Ministerio de Trabajo y le prohibían la entrada a España por diez años. Se puso en contacto con AICODE, la entidad mediadora y aunque le dijeron que esperara a que se investigara la situación, Inés decidió marcharse de la residencia. Las otras cinco chicas que habían llegado con ella esperaron una negociación y por la intermediación del SENA finalizaron el contrato sin pagar preaviso.
Inés reconoce que aunque no debería ser así fue cuestión de suerte, pues muchos de los 150 que llegaron en su contingente continúan trabajando en las residencias asignadas respetándole los acuerdos laborales. Sin embargo, esta joven colombiana, como el resto de entrevistados, no se arrepiente de haber venido a trabajar a España pues en estos dos años no sólo ha podido trabajar en otras residencias para mayores en mejores condiciones laborales sino que además ha podido hacer lo que tanto anhelaba: viajar por Europa.
Reconoce que en su país no hay mucha oferta de trabajo para las auxiliares de enfermería y en España sí. Por eso va a continuar viviendo aquí un tiempo más.