Los ojos enormes de Mirella revelan a una mujer inquieta a quien la música envuelve desde que amanece hasta que la luna ilumina desde el centro del cielo. Hace tres años y medio esta guapa cantante marcó la diferencia en el mercado musical ecuatoriano al presentar su propuesta de Andipop (una mezcla que ya en Colombia habían hecho con la música tropical y a la que han llamado Tropipop). Y, gracias a su primer tema llamado El amor es…, Mirella Cesa logró ser elegida como cantante revelación del 2006.
Quizás aun no era consciente de la nueva corriente que estaba creando pero era algo, señala, que su espíritu le pedía. «En esa mezcla está mi identidad, los latidos de mi corazón, la música con la que me identifico», dice la artista de ascendencia italiana por parte de padre, aunque cuenta además que uno de sus abuelos fue vasco.
Las raíces andinas de Mirella nacen obviamente de su cultura ecuatoriana, del tiempo que pasó con su abuelo materno nacido en Ambato. Estos ritmos siempre la acompañaron y lentamente se fueron uniendo con la música nueva que fue descubriendo durante su estadía en Miami. «Llegué allí para supuestamente, para los ‘ojos de mi mamá’ -dice de manera traviesa- estudiar inglés ya que me iba a presentar a la carrera de arquitectura, pero ni bien llegué busqué la manera de grabar mi primer demo», recuerda.
En la tierra del Sol conoció lo duro que es iniciarse en el mercado musical aunque, confiesa, nunca llegó a desesperarse. En Miami tocaba en los centros deportivos -a las afueras de la ciudad- donde se reunían sus compatriotas y otros latinoamericanos a jugar fútbol. Durante ese tiempo su familia le aplicó la «ley del hielo» en cuanto al tema musical. «Yo llamaba a casa y podía hablar de cualquier cosa menos de música», cuenta. Fue su mejor amigo Alejandro quien la ayudó a sobrellevar esos días de insistencia en la música. Lo mágico, recuerda, es que de esa amistad nació el amor ya que ahora él se ha convertido en su esposo.
Una vez de regreso a Ecuador y con su primer disco grabado bajo la batuta de Rudy Pérez, Mirella se lanza al ruedo y logra entrar a las radioemisoras locales. Lentamente su música llegó a Panamá, Costa Rica, entre otros países. El premio mayor le ha llegado tres años y medio después con la consagración en los 40 Principales. «No me esperaba ganarlo -el año pasado ya estuvo nominada- pero he venido haciendo un trabajo muy fuerte con una entrega intensa musicalmente hacia el público. Todos mis compañeros nominados estaban capacitados para representar bien a Ecuador y llevarlo por todo lo alto», subraya.
La cantautora guayaquileña se encuentra promocionando lo que será su segunda placa discográfica que tendrá como título Déjate llevar, de la que se desprende el primer single Digan lo que digan el cual tiene un video clip que ya es emitido por MTV Latino y Ritmo Son Latino. Su concepto musical va ligado a su vestimenta. Mirella lleva siempre parches andinos en sus pantalones, además de aretes, pulseras y otras joyas artesanales. «Muchos jóvenes optan por lo estadounidense en lugar de coger nuestras raíces», recalca.
Esta bella mujer que junto a otros músicos ecuatorianos como Fausto Miño, Juan Fernando Velasco o Daniel Betancourt, han dado nuevos aires a la música ecuatoriana, sabe lo que quiere y lucha por ello de manera organizada y sin flaquear. Sabe que entrar al mercado español, una de sus metas, es difícil, pero no imposible. «Tengo muchas ganas de llegar a los corazones de todos con mis canciones. Van a estar oyendo mucho de mi por aquí ya que venimos con fuerza y con fe de que lo vamos a lograr», sentencia.