Hace 10 años el piso en el que vivía la colombiana Farides Osorio en España se había convertido en un pequeño consulado caribeño al que llegaban muchos paisanos necesitados a pedir hospedaje y que ella, por razones de solidaridad, no negaba. Hasta 20 personas llegaron a convivir bajo el mismo techo. Lo que nunca se imagino esta mujer es que así nacería uno de los grupos de danza colombiana más antiguos que hay en Madrid.
Farides recuerda que un sábado por la tarde encontró a varios de sus huéspedes tocando el tambor y a las mujeres bailando cumbia en el salón de su casa. Le sorprendió lo bien que lo hacían y les propuso ir al Parque El Retiro de Madrid a bailar para recoger dinero. Sin pensarlo dos veces aceptaron. Les fue muy bien. “Lo que recogíamos los domingos lo dividíamos entre todos y nos alcanzaba para comprar una tarjeta para llamar a Colombia, un kebab y un bono de diez pasajes para el metro, a cada uno, y eso ya era muchísima ganancia” cuenta entre risas Farides. Al principio tuvieron que bailar con su ropa de calle pero a los seis meses ya habían confeccionado unas modestas faldas. Y así, lo que empezó como una forma de buscar algo de dinero se convirtió poco a poco en una oportunidad para mostrar el folclor colombiano a tal punto que crearon la Asociación Nativos de Macondo, bajo la dirección de Osorio.
Muchas personas han pasado por la asociación. En la actualidad el grupo cuenta con 16 bailarines de planta que ensayan los sábados y domingos en un centro cultural madrileño. Ninguno cobra sueldo pues, como dice su directora, el dinero que reciben por las presentaciones se invierte en la compra de las telas y la confección de los trajes “Lo hacemos porque nos gusta mostrar algo bonito y bailar porque si fuera para ganar dinero no sería esta la forma” comenta la directora, quien reconoce que subirse al escenario con el vestuario del folclore colombiano fuera de su país no tiene precio como les sucedió en una presentación en Tel-Aviv en la que los israelíes los ovacionaron varios minutos por su actuación o las tres veces que han actuado en Portugal.
La danza como terapia
A Rosalía Polo le pasó todo lo contrario cuando llegó a España. No contempló la posibilidad de ganarse la vida de una manera diferente a como lo ha había hecho en los últimos 30 años de su vida en Colombia, que era a través de la danza. Por eso no dudo, cuando llegó hace cinco años a Madrid, en poner un anuncio en Internet en el que se ofrecía como profesora de baile. Para su fortuna fue contratada para enseñar a bailar en el Club Militar San Jorge. Y, aunque estuvo dos años enseñando a danzar a los oficiales y el boca a boca le sirvió para conseguir más alumnos, Rosalía se presentó a una convocatoria para artistas inmigrantes que les permitía convertirse en autónomos y hacer de su arte una fuente de ingreso. Lo logró. Gracias al apoyo del programa Madrid entre dos orillas creó en el 2008 su empresa Integra Danza en la que fusionó dos de sus habilidades: la de experta en danza y la que le enseñó su madre como costurera. Es así como desde su empresa diseña y confecciona toda clase de trajes de danza y, además, programa talleres de “danzaterapia”, una actividad con la que ayuda a que la gente conozca y sienta su cuerpo por medio de la danza. “La música que utilizo en mis terapias es especialmente del Caribe colombiano. Es una selección musical que le permite a la gente serenarse a través de la descarga de energía. Es un elemento que sin esfuerzo fomenta la integración” dice esta licenciada en administración educativa y especialista en Pedagogía del Folclor. Añade: “Tengo algo que brindar y lo puedo compartir con los demás. Eso es muy satisfactorio”.
Sentimiento Cimarrón
Hace 2 años Katerine Olivares y su esposo, José Luis Zambrano, llegaron a Barcelona provenientes de Barranquilla, al norte de Colombia, en busca de nuevas oportunidades. Y, pese a que en su país bailaron en una compañía de danza durante 10 años, no se plantearon vivir del folclore en España. Sin embargo, la madre de Katerine empezó a promover las habilidades que tenían para la danza y pronto los animaron a presentarse en público. Fue tal el apoyo moral que recibieron que tomaron la decisión de crear la Compañía de Danza Sentimiento Cimarrón.
Uno de los tantos méritos que tiene este grupo es que aunque sólo bailan folclore colombiano, está integrado, además, por personas de Brasil, Uruguay, México y España. “Algunos de los integrantes han hecho talleres de danza contemporánea y lo que hacemos es enriquecer nuestras coreografías con sus aportes” comenta Katherine. Ya se han presentado en varios ayuntamientos catalanes e incluso han traspasado las fronteras españolas con una presentación en Tolouse, Francia, donde participaron en la fiesta de la Independencia de Colombia. Esta barranquillera reconoce que se están consolidando como grupo y que los planes para este 2010 es promoverse.
Al preguntarle si se ganan la vida bailando no puede contener la risa y afirmar: “Esto es por amor al arte. El grupo es una actividad paralela a nuestros trabajos y por eso coordinar los ensayos a veces se complica. Eso sí, la satisfacción que nos da subir al escenario y recibir los aplausos de la gente que admira nuestra alegría y diversidad es invalorable”.