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Gente colombiana con mucha voluntad

No creo que sea coincidencia que los cuatro entrevistados me contestaran que “el único requisito para ser voluntario es amar a la humanidad” pues ellos con sus acciones lo demuestran. Es el caso de María Lucía Marín, una colombiana que recuerda que desde niña ha hecho voluntariado. Era ella la que organizaba clubes infantiles para recoger fondos para mejorar las instalaciones de su colegio, la que defendía a sus compañeros ante la directora cuando creía que un profesor los maltrataba, la que usaba zapatos de tacón alto para parecer más grande y poder salir a alfabetizar, la misma que a los 17 años decidió irse al convento convencida de que así podría ayudar a los demás aunque al cabo de siete años decidió dejar los hábitos para ir a vivir con la gente de los barrios marginales y desde allí tratar de buscar soluciones a los problemas que padecían.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces pero esta mujer, nacida en Medellín y que desde hace diez años está exiliada en España, no ha dejado de ayudar a los demás. Recuerda con entusiasmo los proyectos en los que participó para recuperar la tierra que le habían quitado a un grupo de indígenas en Colombia, o la forma como contribuyó para que las mujeres campesinas, indígenas o mineras se organizaran y reivindicaran sus derechos, entre otras tantas cosas. Su salida obligada del país le impidió seguir con este tipo de obras sin embargo ella no renunció a ayudar a los demás y gracias al voluntariado le encontró sentido a estar en España.
Actualmente forma parte de la Asociación un puente para Parla, donde lleva un programa que busca acercar a los inmigrantes a los centros de salud. Ttrabaja como voluntaria en la Federación SETEM, conformada por ONG’s dedicadas a la solidaridad internacional, allí dicta talleres de género a los voluntarios españoles que se preparan para ir a los países del Sur. María Lucía se toma muy en serio esto de ayudar a los demás e hizo el curso de voluntariado de la Cruz Roja. Está al frente del programa “Salud y vida cotidiana de las mujeres” el cual empezó de manera voluntaria junto con unas compañeras y que tras los buenos resultados alcanzados el ayuntamiento de Parla lo subvenciona desde hace 5 años.

Nunca es tarde
El caso de Franco Muñoz Ordoñez es algo diferente. Lleva 11 años viviendo en España y fue en este país donde inició su andadura por el mundo del voluntariado. Este asesor de imagen recuerda que hace nueve años una señora española que estaba en la parada del autobús se le acercó y le contó que era voluntaria en una ONG y le dejó los datos por si algún día quisiera colaborar. Esa invitación le llegó en un momento en el que quería hacer algo por los demás pues estaba cansado de derrochar dinero en ropa y apariencia, y no era para menos pues trabajaba como gogo en una discoteca madrileña. Atendió la invitación y se vinculó de lleno con las brigadas que la ONG Mano Amiga realiza en el Escorial con niños provenientes de un entorno conflictivo, hijos de prostitutas o drogadictos. Aprovechó sus contactos y entre sus amigos reunió más de 2.000 euros y se propuso celebrar a cada uno de los niños una gran fiesta de cumpleaños. En su mente se conservan intactas las caras de alegría de esos pequeños durante los cinco años que fue a visitarlos con cargamentos de regalos y de afecto.
Su trabajo de voluntario lo llena de paz. En sus ratos libres va a visitar ancianos abandonados en residencias, además de compañía les arregla el cabello. Sigue activo con la ONG y tiende su mano amiga sea cual sea la misión que le asignen. Orientar, otro gesto de buena voluntad Hernán Darío Atehortua Sanabria vive desde hace dos años en Valencia. A esta ciudad llegó después de haber probado suerte en Costa Rica como inmigrante colombiano. A pesar de las expectativas con que arribó a España no ha logrado la estabilidad laboral que desea pero esto no ha sido un impedimento para sacar tiempo para ayudar a los otros. Hernán reconoce que por poco que se tenga siempre se puede compartir algo. Se vinculó como voluntario en la Comisión Española de Ayuda al Refugiado – CEAR en el proyecto E.V.A una iniciativa para proteger los derechos de los refugiados y de los inmigrantes. Desde allí formuló programas de integración para las casas de la cultura. Además dictó charlas informativas de gestión de documentos para extranjeros. El pago que recibió a cambio fue ver a cientos de inmigrantes salir de esas oficinas con esperanza y con la seguridad de que no estaban solos. En la actualidad hace obras de buena voluntad por medio de la Iglesia cristiana a la que pertenece y espera poder seguir ayudando sin esperar nada.
Lavar ollas, otra forma de servir Al colombiano Luis Fernando Bernal lo encontré saliendo de una oficina de Caritas, no estaba buscando allí ningún tipo de ayuda para él, estaba buscando información de los comedores que tiene esta organización en Madrid para ofrecerse como voluntario. Desde hace varios días ha sentido la necesidad de ayudar a los demás, en un principio pensó en involucrarse con algún programa de acompañamiento de personas mayores pero le hablaron de los comedores que a diario le sirven comida a las personas más necesitadas y ha empezado a recorrerlos dispuesto a cocinar, lavar ollas, servir a las mesas… lo que quiere es echar una mano.

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