Renzo Pirca Martínez terminó hospitalizado en 2008 tras sufrir agresiones en su propio domicilio por parte de cuatro agentes de la Policía Nacional (PN). Jesús Gonzalo Toribio Daga sufrió contusiones y heridas de sangre en extremidades y cara a manos de ocho agentes también de la PN. Son algunos ejemplos de los cada vez más numerosos casos de abusos policiales contra peruanos y ciudadanos de otras nacionalidades en España. Hay incluso un caso que acabó con la muerte de un joven peruano: hace cinco años Isaac Miguel Gómez Chapilliquén murió al recibir un disparo de un agente en una calle de Madrid.
Texto y fotos: YOLANDA VACCARO
En agosto de 2005 Isaac Miguel Gómez Chapilliquén tenía 21 años. Tenía problemas para conseguir un empleo estable. Junto a un grupo de amigos había sido detenido varias veces acusado de robo. Un grupo de policías tenían entre ceja y ceja al peruano y sus amigos. Una noche Isaac y sus acompañantes fueron interceptados por el citado grupo de agentes. En un incidente con muchas zonas oscuras un policía que estaba fuera de servicio y que al parecer conocía al grupo de Isaac se unió al operativo. En un confuso forcejeo este agente disparó mortalmente contra Isaac. Ni Isaac ni sus compañeros iban armados. El agente sigue en libertad y ejerciendo como policía mientras el caso no ha sido esclarecido.
Demóstenes Mamani, abogado de la acusación, precisa que resulta algo insólito que el caso se haya alargado un lustro. “Estos casos suelen resolverse en dos o tres años. Pareciera que hay una mano negra que está alargando este caso”, señala. Él en su momento solicitó una pena de doce años de cárcel para el agente en cuestión que, por su parte, sostiene que se trató de un “accidente”. Cada mes Mamani envía un escrito al Juzgado de Instrucción Número 21 de Madrid –donde se encuentra el expediente- pidiendo justicia y recordando que han pasado más de cinco años desde los hechos. El agente ni siquiera ha sido suspendido y sigue ejerciendo de policía como si nada hubiera pasado.
Habrá juicio por el caso de Renzo Pirca
Una mañana de mayo de 2008 el peruano Renzo Pirca Martínez se encontraba en su domicilio. Ese día cuatro policías ingresaron en su casa. Prácticamente sin mediar palabra, los agentes empezaron a golpearlo. Le amenazaron con sus armas y le espetaron frases como “no te muevas o te disparo y te vas a tu país en un cajón”. Los golpes continuaron hasta que Pirca perdió el conocimiento. Ante la gravedad de sus heridas los policías lo trasladaron al Hospital 12 de Octubre. A partir de allí Renzo sólo recuerda haber despertado muchas horas después con el ojo izquierdo operado.
Más de dos años después Renzo ha perdido gran parte de la visión y sufre dolores por todo el cuerpo. Psicológicamente se encuentra abatido. No ha podido volver a trabajar en un empleo estable por la crisis y por la depresión que padece.
Todo indica que los policías creyeron que Renzo era un indocumentado, aunque tiene también la nacionalidad española. Y es que, convaleciente en el hospital, oyó que uno de los policías dijo: “se te ha ido la mano. Tiene nacionalidad española”. Los agresores, según deduce, creyeron que era ilegal, lo que añade mayor abuso si cabe al suceso. ¿Quiere decir que a los ilegales se les puede masacrar porque el crimen quedará impune?… De hecho en uno de los autos procesales del caso se dice que “podría ser persona no autorizada para residir en España”.
A pesar de que los policías responsables pretendieron que el caso se archive, el pasado julio el Juzgado de Instrucción Número 45 de Madrid ordenó la apertura de juicio oral. Lo curioso es que se acusa también a Renzo por un supuesto delito de lesiones. También se sentarán en el banquillo los cuatro agentes implicados.
Renzo reclama “justicia” y tiene la esperanza de obtenerla en los tribunales españoles.
Un buen final
Jesús Gonzalo Toribio Daga era policía en Perú. Llegó a España con la ilusión de, algún día, poder integrarse en algún cuerpo policial español. Pero sus primeros contactos con la policía española fueron una pesadilla.
Una madrugada de julio de 2009 Jesús acababa de celebrar su cumpleaños número 31. Había estado con su esposa, embarazada, y siete compatriotas ex policías como él, que desde hace un año trabajaban como vigilantes en Madrid. Un amigo, también peruano, le prestó su departamento para el festejo. El dueño de casa y su pareja se fueron a dormir. Jesús y su esposa se preparaban para limpiar la sala tras la fiesta, cuando tocaron la puerta de forma violenta. Era la policía. Jesús abrió. No podía imaginar que ocho policías empezarían a golpearlo con puños y patadas por todo el cuerpo tras esposarlo e inmovilizarlo prácticamente sin mediar palabra.
En medio de la paliza él alcanzó a ver a la pareja del dueño de casa que, llorando, decía a los agentes: “Él no es, él no es”. Resulta que ella había llamado a la policía para denunciar que era víctima de maltrato por parte de su pareja. Los policías pensaron que Jesús era el denunciado.
Jesús fue llevado a la comisaría. Permaneció doce horas incomunicado. Otros policías lo llevaron a una clínica. Según el parte médico sufrió contusiones y heridas de sangre en extremidades y cara.
Días más tarde, asesorado por la abogada peruana Blanca Cavero, Jesús denunció algo que, paradójicamente, él quería evitar. Jesús, lo que más temía, era que encima no le renueve su tarjeta de residencia. Por suerte su tarjeta fue renovada. Cavero ha agradecido a medios de comunicación que, como Ocio Latino, difundieron el caso ya que gracias a eso Jesús no sufrió las represaliar que lo habrían convertido en víctima por partida doble.
Dato
El pasado septiembre un policía municipal de Alcorcón, Madrid, fue suspendido de empleo y sueldo tras la difusión de un video en el que aparece golpeando a un extranjero detenido en la comisaría. El agredido no denunció los hechos pero el video se filtró a Telemadrid y por ello incluso el Ayuntamiento de Alcorcón se ha presentado como acusación particular en el caso.