La Casa de América de Madrid fue la sede en la que el escritor peruano Mario Vargas Llosa presentó su primera novela desde que fue proclamado Premio Nobel de Literatura: «El seño del celta».
La obra novela la vida del irlandés Roger Casement quien, en la época del apogeo del caucho, conoció los horrores de la colonización belga en el Congo y de la explotación en la Amazonía peruana.
La documentación del horror
El escritor detalló la esencia de la obra: “Una de las enseñanzas de lo que significó la vida de Roger Casement, la obra que realizó, es que cuando desaparece toda forma de legalidad y se restablece la ley del más fuerte, la ley darwiniana de la supervivencia de los más fuertes, inmediatamente brota la barbarie, el salvajismo, y unos extremos de crueldad que llegan a ser vertiginosos. Esa es la experiencia que vivió Casement. La novela no sigue fielmente la historia pero sí arranca de una realidad histórica”. Añadió: “Casement, como muchos jóvenes de su generación ingleses, irlandeses, creció deslumbrado por el ejemplo de los exploradores ingleses que eran iconos de su tiempo, figuras audaces, heroicas que habían descubierto regiones que Europa hasta entonces desconocía. Este muchacho se fue a África a los 20 años convencido de que Europa llevaba la civilización, la modernidad, la verdadera religión, que el comercio iba a ser el gran instrumento de modernización de esas tribus que vivían en la edad de piedra. Lo que se encontró en África estaba en contradicción absoluta con lo que imaginaba”. “Lo que vio”, prosiguió, “lo horrorizó y lo obligó a revisar todo aquello en lo que hasta entonces había creído con una fe patriótica, ciega, y se convirtió en uno de los primeros europeos en comprender a cabalidad lo que el colonialismo significaba como fuerza destructora de todo aquello que tocaba y aquello que tocaba eran culturas pequeñas, primitivas. Y vio en lo que se convirtió la Europa civilizada de la que él venía, la Europa de la legalidad, la libertad, la civilidad y las buenas maneras en un mundo sin ley en el que lo que organizaba la vida era la codicia, el afán de lucro y las monstruosas crueldades que se derivaban de todo ello. Quienes habían ido allí eran personas educadas, civilizadas, creyentes que, en el contexto de absoluta impunidad en que vivieron, fueron convirtiéndose en monstruos con los indígenas”. Para Vargas Llosa “el enorme éxito de Casement es haber documentado esto con lujo de detalles y haber realizado a lo largo de un proceso de muchos años una campaña para abrir los ojos de europeos frente a los horrores que ocurrían en el Congo”. Indicó: “La colonización del Congo fue probablemente la peor de todas, hubo colonizaciones mucho menos crueles, destructoras. La labor de Casement llegó efectivamente a crear toda una corriente en Inglaterra y otros países europeos, incluida Bélgica, y esta presión hizo que Leopoldo II, que era el propietario del Congo, al final cediera este enorme territorio, tres cuartas partes de Europa, al Estado Belga, frente al cual las potencias occidentales tenían cómo hacer alguna forma de presión para que cesaran los horrores”. (Texto y foto: Yolanda Vaccaro).