Ociolatino.com – Revista latina en España

El abogado de los narcos: “Pablo Escobar, ‘El Mexicano’ y Pacho Herrera eran débiles, por eso mataban “

El abogado de los narcos: “Pablo Escobar, ‘El Mexicano’ y Pacho Herrera eran débiles, por eso mataban “

Por Víctor Sánchez Rincones

Ocio Latino-. El abogado de los grandes narcotraficantes de Colombia, Gustavo Salazar Pineda, se confiesa a través de un libro donde con total franqueza revela los pormenores de aquellos capos que él defendió y defiende.

‘El confidente de la mafia se confiesa’ es un libro de vivencias, cuyo hilo conductor nos detalla con asombro una época convulsa, crítica y violenta del país cafetero.

Salazar, elegido como el mejor penalista de Colombia en 1984, ha logrado con este libro testimonial, mostrar en profundidad detalles nunca antes conocidos de la vida de personajes tan oscuros como Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, alias «El Mexicano», Pacho Herrera y muchos capos de capos.

Abogado, ¿usted cómo logra seguir vivo?

 Porque la vida lo ha querido así. Pienso yo que no he traspasado los límites de lo que es un abogado.

¿Qué es el abogado?

El abogado es ante todo una persona que asesora, defiende, es consultor de las personas que tienen problemas. Hay abogados, que lo digo respetuosamente, traspasan esa frontera, y se convierten en estafetas, en mensajeros, cómplices y a veces en auxiliadores. A mis clientes siempre les digo: guardemos distancia, porque el bandido es usted y yo soy el profesional. Muchos lo entendieron así y por eso sigo vivo.

En la época en la que en Colombia mataban todos los días a un abogado, ¿cómo se protegía? ¿Llevaba chalecos antibalas o guardaespaldas?

Mire, los chalecos antibalas y los guardaespaldas no sirven sino, primero, para que el entierro sea más grande y, segundo, para demostrar que la seguridad no existe. A Luis Carlos Galán (candidato presidencial) lo mataron con 84 guardaespaldas. Pero sí, el 93 fue un año duro y recuerdo que en esa etapa se crearon los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar) y cada vez que aparecía un abogado muerto con un cartelito en el cuello, el pavor era inmenso.

¿Cuáles capos conoció y defendió usted?

Pablo Escobar, Pacho Herrera, «El Mexicano», Urdinola, Julio César Nasser, «El Caracol»…

¿Qué impresión tiene de cada uno de ellos?

Como seres humanos son débiles, por eso matan, por eso son agresivos. Crecen en lo económico, en el poder, en el ego, pero no como personas.

 ¿Cómo era Pablo Escobar?

Había una faceta de Pablo Escobar que me llamaba la atención: era demasiado tranquilo. En alguna oportunidad un helicóptero sobrevoló el sitio donde él estaba escondido. Otoniel González Franco y «Popeye», dos de sus hombres de confianza, le avisaron del peligro, pero él hasta que no se fumó su tabaco de marihuana no emprendió la huida. Fue un hombre frío, calculador.

¿Y «El Mexicano»?

«El Mexicano» era más campesino, más tosco, más guerrero, más bélico, le encantaban las guerras. Era como el niño que destroza.

Hablemos de Pacho Herrera…

Sin duda alguna el mafioso más culto que he conocido. Era como un profesor de filosofía, un sabio, un «Séneca». Era un hombre de respuestas profundas.

De los Rodríguez Orejuela, ¿qué nos dice?

A Miguel sí lo conocí y te puedo contar con todo respeto que más que un mafioso parecía un notario. Todo lo apuntaba, era muy minucioso y un poquito prepotente.

¿Fue cierta la relación de Virginia Vallejo con Pablo Escobar?

Claro. Yo la menciono en la página 186. Incluso me llama la atención que cuando salió el libro, lo que más dolió a la farándula colombiana es que yo haya hablado de Amparo Grisales y Virginia Vallejo. Muchos de esos famosos trataron de decir que lo publicado de estos personajes no era cierto.

Virgnia Vallejo oficialmente, no se sabía, extraoficialmente sí, que era la amante de Escobar. Ella sale a la luz pública acusando a Santofimio, y en ‘El confidente de la mafia’ relato que Santofimio está vivo porque doña Virginia intervino para que Pablo no lo matara.

Y la actriz Amparo Grisales, ¿de quién fue amante?

De Ricardo Dávila, un señor alto, y no lo puede negar ella ni nadie.

¿Algún narco ha leído el libro?

Muchos, entre ellos «El Tomate» y un señor de apellido Rossi.

Unos se ríen, otros se ponen contentos porque salen ahí. Lo cierto es que la delación no es en contra de mis clientes, es en contra de la mafia y los políticos.

Usted se ha enriquecido con el dinero de los que ha defendido…

Me he enriquecido: obvio, porque es que nadie trabaja para empobrecerse.

¿En algún momento le pusieron dinero en la mesa a cambio de su dignidad y su ética?

A cambio de mi dignidad y mi ética no me pusieron dinero, me han puesto dólares a cambio de mi trabajo. El primer contrato con un narco fue con «El Mexicano» en el año 89. Fue bueno y no fue mi ética la que me compraron, sino mi capacidad profesional.

 A usted le tienen envidia en el entorno del mundo del derecho en Colombia por haber defendido a capos tan poderosos…

Para mí, la envidia es una plaga, es una pandemia. Hay algunos colegas que siempre han sido unos frustrados y la envidia es un mal de los mediocres y es una enfermedad repugnante.

Dicen que usted es una persona a quien los enemigos le abundan, ¿es cierto?

A mí me encanta tener enemigos, porque es que los enemigos son los únicos que te confrontan, que te hacen vivir. Desgraciado el hombre que no tenga enemigos.

¿A qué se dedica ahora?

Aparte de defender a bandidos, me gusta mucho viajar, leer, comer bien fuera y dentro de la mesa, hacer unas cuantas obras de caridad. Como decía el gran sabio: en la vejez lo ideal son buenos libros para leer,  buenos leños para quemar y buenos vinos para beber.

Salir de la versión móvil