Por: Víctor Sánchez Rincones
Ocio Latino-. Algo extraño ocurre en la calle. Lo que pone la radio no es lo que las nuevas generaciones escuchan. Las radios se están quedando atrás con el fenómeno urbano. Se apuntan al carro cuando ya no tienen reversa.
Lo que está aconteciendo con Bad Bunny en Europa, «el conejo malo», es un ejemplo de ello. El marketing de sus redes sociales y el apoyo de su batallón de fans en el mundo son suficientes para demoler cualquier maquinaria de comunicación dispuesta a elevar a los altares a los artistas formulas, esos que no tienen el reconocimiento del ciudadano de a pie.
Anoche, este artista nacido en Puerto Rico, lo demostró en su espectacular concierto de Shoko (Madrid). En ese sitio, el cual se ha convertido en un templo de la música alternativa callejera, «el conejo malo», volvió a arrasar con un género que sacude los cimientos musicales de cualquier entendido en la materia: el trap.
Bien dispuesto, sin tanta parafernalia, este chico donde va cuelga el cartel de «no hay entradas». Todos los grandes del género urbano piden a gritos grabar con él. Su voz nasal, sus letras fuera de toda norma moral, están levantando polvareda en nuestra juventud, la cual ya no escucha sonidos anglos, sino todo lo contrario, sus nuevos ídolos vienen de Puerto Rico o Colombia.
Pero este fenómeno no sólo ocurre en España. También tenemos que hablar de Italia, Francia, sin dejar de mencionar lo que ocurre en Latinoamérica, donde el fenómeno urbano no tiene discusión.
Lo vulgar y excéntrico es la moda, y quizás los más puritanos tendrán que doblegarse ante esta metralla de alusiones sexistas que, aunque a miles no les guste, llegó para imponer su ley.
El público está dejando atrás las medias tintas, y si de escuchar música se trata, Spotify y YouTube llegaron para «acabar» con lo que unos creen que es la panacea del triunfo: la radio.
Este sistema se está quedando obsoleto ante lo que el pueblo pide . Artistas como Bad Bunny, los grandes medios nunca los entrevistan, tampoco suenan en estaciones musicales de primera índole, pero eso sí, suenan hasta más no poder en las casas de los jóvenes. Una nueva era, un nuevo mundo musical, se está sintiendo, sólo espero que Dios nos pille confesados.