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Las bandas juveniles han reducido su actividad pero están muy activos en cárceles, según el Centro de Ayuda Cristiano

Foto de recurso de una macrooperación contra bandas juveniles / Foto:  POLICÍA NACIONAL /  Archivo OCIO LATINO

Las bandas juveniles urbanas se encuentran en un «momento valle» en cuanto a su actividad, pero se registra más violencia entre pandilleros en las cárceles, según el informe del IV Observatorio de las Bandas Latinas en España del Centro de Ayuda Cristiano.

«La presión policial, la difusión mediática y las campañas de sensibilización han logrado contraer su actividad, que se mantiene en un estado de latencia pero que en cualquier momento según algunos testigos puede tener un repunte más violento», indican en el estudio.

Entre las novedades, señalan que cada vez más vecinos se encuentran más preocupadas por este fenómeno. En Valdemoro tres familias, dos de ellas españolas, han tenido que trasladar su residencia fuera de la Comunidad de Madrid precisamente por estar implicados algunos de sus miembros en bandas, apuntan.

El informe destaca que las bandas se han convertido «en un instrumento de integración social y estos jóvenes han hecho de la violencia su forma de vida». «Hay una trivialización y banalización de estas conductas», apuntan.

LAS PANDILLAS EN LAS CÁRCELES

El Centro de Ayuda Cristiano ha querido conocer la situación de los pandilleros en las cárceles. Según explican, En general, una vez condenados ingresan en un módulo primario, donde se alojan en celdas para dos personas. Cada módulo alberga a unos 125 reclusos de media.

«Los miembros de bandas al inicio no suelen estar separados en diferentes módulos, aunque claramente se les identifica que forman parte de un grupo compacto por los corrillos que acostumbran a hacer en el patio y quién es el líder. La práctica totalidad de los pandilleros intenta ‘camuflarse’ para entrar en el tercer grado y obtener permisos», apuntan en el informe.

De hecho, señalan que hay un repunte de pandilleros en las cárceles, con más agresiones e intimidaciones. Los casos de reinserción son, sin embargo, muy pocos. Según el Centro de Ayuda Cristiano, cuando algunos pandilleros deciden acudir a sus charlas de reorientación nada más salir de la prisión, «al cabo de dos o tres meses desaparecen y vuelven a reincorporarse activamente a su banda.

Uno de ellos, el pandillero arrepentido R.Y., de 27 años, encarcelado en la prisión de Aranjuez, donde hay cerca de 1.200 reclusos, ya estaba participando en el programa de reinserción social del Centro de Ayuda Cristiano cuando fue detenido. Sus anteriores compañeros de banda quisieron acabar con él por «desertar» y le propinaron una brutal paliza, indica.

Este joven afirma que dentro de la prisión «es una obligación seguir en la banda y allí tienes también que intentar captar a otros para tu banda». En su módulo, detalla el informen conviven 7 miembros de los Dominican Don’t Play (DDP) y 3 de los Trinitarios.

Entre esos incidentes carcelarios, recuerdan una violenta pelea entre dos bandas rivales de magrebíes y latinos en la prisión de Alcalá-Meco en diciembre terminó con diez reclusos en aislamiento,

«LA ACCIÓN DE LA POLICÍA NO ES SUFICIENTE»

El informe del Observatorio de Bandas asegura que la acción efectiva de los Cuerpos de Seguridad «no es suficiente» y recuerda que la propia memoria de la Fiscalía de Madrid de 2022 habla de que son «tremendamente alarmante» el fenómeno de reyertas entre bandas juveniles.

Entre tanto «continúa el descontrol» en la venta de bolo machetes de unos 50 centímetros de hoja y navajas tipo mariposa, apuntan desde el Centro de Ayuda Cristiano. La Policía Nacional ha pedido que algunas de estas armas blancas sólo se vendan a determinados sectores y que se registren en un libro oficial, además de que se justifique su uso. «Pero diversos portales de comercio electrónico venden también con absoluta normalidad estas armas», apostillan.

Además, según este informe, las medidas punitivas también están «resultando ineficaces ante el mensaje reclutador» de las bandas entre los más jóvenes. «Y el uso de armas de fuego es cada vez más frecuente, lo que evidencia una clara escalada de violencia. La compraventa de pistolas es un hecho, en su mayoría armas de fogueo que se modifican para disparar balas, sobre todo compradas en países del Este europeo entre 200 y 600 euros, y en los lugares habituales de venta de droga», indican.

EL ‘CALADERO’ DE LOS COLEGIOS

El informe vuelve a incidir este año en la labor de captación para las bandas sobre todo en los centros educativos entre aquellos alumnos generalmente de familias desestructuradas o que padecen factores emocionales, «en particular baja autoestima y trastornos mentales muy diversos».

Añaden que las bandas tratan de reclutar a adolescentes y a partir de los 9 años de edad. Entre la novedad, según este estudio, es que buscan a españoles «dado que en caso de altercados pasan más desapercibidos». También apuntan que chicas están siendo cada vez más reclutadas, «por su labor de espionaje y de esconder las armas en situaciones de conflicto». Calculan que al menos hay unas 150 de las DDP en Madrid.

La captación, además de en los institutos, también se realiza a través de TikTok y entre los seguidores de música urbana tipo ‘drill’, apuntan.

En este sentido, el Centro de Ayuda Cristiano ha continuado ofreciendo charlas de prevención en centros educativos y entidades aportando testimonios de expandilleros.

SEÑALES DE ALARMA

El informe corrobora que los controles policiales han rebajado el número de incidente pero la rivalidad entre las bandas «persiste y constantemente se conocen agresiones de toda índole». «Prácticamente no hay mes en que no se registren enfrentamientos, aunque no todos tengan difusión mediática», indican.

Estas son algunas de las señales de alarma que se pueden detectar en la familia la pertenencia de un miembro a una banda juvenil violenta, según el Centro de Ayuda Cristiano: cambios de comportamiento del joven, disminución de su rendimiento escolar, absentismo escolar sin motivo aparente o con excusas, evitar salir con sus amigos de siempre, no ir a actividades extracurriculares, no pasar tiempo en familia, mayor rebeldía o con un temperamento atípico, quedarse hasta tarde fuera de casa, encerrarse en su habitación y ocultar sus cosas.

Otros signos son la Irritabilidad o ira excesiva y frecuente, modificar su forma de pensar sobre ideas que antes defendía, cambio de actitud o motivación respecto a las actividades, tener repentinamente dinero u objetos caros que no ha conseguido de su trabajo, posesión de drogas o sospecha de su consumo y aparición frecuente de heridas, cortes, moratones en rostro, manos, nudillos y cambiar de ropa, entre otros.

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