Hasta hace un año y pocos meses Alba Coronel Sarmiento, una lojana de 31 años, no tenía empleo y tampoco veía la posibilidad de encontrar alguno. Los trabajos en los que se desempeñó desde que llegó a España, de camarera o cuidando niños, ya no se ofertaban como antes, síntomas de que la crisis ya estaba aquí. Sin embargo un buen día conversó con su esposo y lo alentó a poner el negocio propio.
Miguel Ángel, pareja de Alba, trabajaba en Mercamadrid y conocía todos los entresijos del reparto de frutas y verduras, así que su esposa lo animó a que por fin se independice. Miguel dejó su trabajo y, con un capital de 400 euros, empezaron lo que fue su negocio de frutería. “Vivíamos en un piso pequeño y desde allí repartíamos frutas y verduras a algunos restaurantes latinos y españoles”, recuerda Alba. Poco a poco fueron juntando un capital hasta que encontraron un local ubicado en el boulevard del Puente de Vallecas que no dudaron en alquilar en julio del año pasado. Allí Alba se encargó de darle vida, surtirlo con los productos que el público le pedía y hoy en día su tienda cuenta con una variedad de comestibles frescos y envasados.
Mientras ella se encarga de administrar la tienda de ocho de la mañana a diez de la noche, su esposo hace el reparto de mercadería a los locales que se han convertido en clientes fijos. “Ahora tenemos dos furgonetas con las que repartimos y una persona que trabaja con nosotros”, cuenta orgullosa Alba, quien recuerda que no sabía nada de este sector, pero que lo ha ido aprendiendo en el camino. “Yo les diría a otras mujeres que no es difícil hacer una empresa. Nosotros empezamos con 400 euros, sin préstamos del banco ni de familiares y ahora ya estamos planeando abrir un local en otro distrito. No se pierde nada con intentar, sólo hay que ponerle ganas y paciencia”, subraya la ecuatoriana madre de dos hijos.
Ese mismo empeño llevó a Mireya Chamba B. a convertirse en la pionera de Yanbal en España. Gracias al empuje de esta lojana, la multinacional de venta directa ingresó al mercado español para competir de igual a igual con las grandes firmas europeas. Mireya cuenta que en uno de sus viajes rutinarios a Ecuador un conocido le ofreció los productos de la empres; ella no lo dudó, allí había una oportunidad laboral para miles de mujeres latinas, que como ella residían en España. Entonces buscó una reunión con el gerente general de la marca en su país, quien en un primer momento no mostró tanto interés por el mercado español. Mireya decidió por su propia cuenta comprar productos en Ecuador para venderlos en Madrid y, de paso, promocionar la marca. Pronto los directivos se dieron cuenta del éxito y aceptaron la posibilidad de expandir su negocio en Europa, encomendando a Mireya dar los primeros pasos para la consolidación de la marca en el viejo continente.
De eso hace cinco años, pero Mireya no pierde las mismas ganas y empuje del inicio y comparte la oportunidad con muchos hombres y mujeres que buscan hacer carrera con Yanbal. Actualmente es
Directora Regional y dirige a un nutrido grupo de empresarios independientes y de consultoras-vendedoras a quienes considera el motor del negocio. Por el crecimiento de sus ventas ha sido reconocida con viajes a Francia, Alemania, Austria, etc. Y también con el mayor símbolo del éxito Yanbal: dos coches cero kilómetros. “Este trabajo me permite estar más tiempo con mi familia. Además puedo crecer personal y profesionalmente ayudando a crecer a otras personas”, apunta. Hay que resaltar que Mireya no tiene estudios de gerencia o marketing pero es una mujer con visión y su logro ha significado una oportunidad de trabajo para miles de personas en España.
Sabor manabí
Al frente del restaurante Sabor Manabita en Barcelona está Marjorie Ferrín, una manabí de 33 años que tiene muy claro que en la perseverancia está el éxito. Aunque confiesa que el número de comensales latinos han disminuido desde el año pasado, ella no se quedó con los brazos cruzados y decidió ampliar su carta a un público que cada día pasaba por delante de la puerta de su negocio: los españoles. “Buscamos la manera de manejar las cosas así que aumenté platos españoles y desayunos y ahora tengo más clientes de este país que latinoamericanos. Sin embargo también he bajado el precios de los platos ecuatorianos ya que los latinos somos los que más hemos sentido esta crisis”, afirma.
Marjorie ha tenido que reducir personal e involucrar más a su familia en el negocio ya que nose ha planteado cerrarlo. Más bien ya ha buscado otra forma de hacer empresa, pero está vez en su país. En breve se trasladará con los suyos a tomar las riendas de una empresa dedicada a la comercialización de langostinos. “En el restaurante se quedará personal de confianza. Una vez que pase esta época dura, volveremos pero ya tendremos dos negocios, uno en España y otro en Ecuador”, subraya. Ella lleva en el mundo empresarial desde los 18 años y tiene muy claro que nunca va a “tirar la toalla”. Por eso que recomienda a otras mujeres que se lancen al mercado con su idea ya que con empeño se llega lejos, asegura.