Entre las inmigrantes colombianas que viven en España hay muchas que han caído en la tentación del bisturí y los implantes de silicona para mejorar o cambiar su aspecto físico. Es muy difícil que pasen desapercibidas pues han renunciado a ser mujeres delgadas y sin curvas y han apostado por el volumen. Cuatro de estas mujeres nos cuentan las razones que las llevaron a pasar por el quirófano.
TEXTO Y FOTOS: ADELAIDA VILLAMIL SUAREZ
Cuando Melani Rodríguez Sánchez decidió viajar a trabajar a España, hace 13 años, estaba muy de moda entre las jóvenes de su barrio en Cali, al sur de Colombia, hacerse cirugía estética para aumentar el tamaño de los pechos y moldear el cuerpo. Por eso en su lista de objetivos anotó el de ahorrar dinero para operarse. Y así lo hizo. A los siete años de vivir en España y luego de ayudar a sus padres económicamente reunió una cantidad suficiente para viajar a Colombia a hacerse lipoescultura, una cirugía con la que eliminan la grasa del cuerpo y lo moldean. Pero en realidad este cambio no lo pudo disfrutar mucho pues a los seis meses se quedó embarazada. “Luego del embarazo el pecho me quedó mal y por eso no dudé en volver a pasar por el quirófano. Además de retocarme la lipoescultura me levantaron los senos y aumenté una talla más” nos cuenta.
Melani quería llamar la atención. Siempre lo hizo por ser alta y por su cuerpo de deportista pero tenía claro que si lo esculpía se le abrirían más puertas. “Vivimos en un mundo en el que se exige mucho físico. Se nos exige que seamos inteligentes, bellas y llamativas. Y si cumples esos requisitos es más fácil triunfar. En mi caso considero que siempre he tenido carisma y suelo caer bien pero desde que me hice la cirugía se me duplicó el éxito”, cuenta. Y aunque pudo hacer realidad su sueño hay momentos en que se arrepiente. Señala: “Cuando estoy divirtiéndome en una discoteca rodeada de mis amigos me siento admirada. El problema es cuando estoy en el día a día pues siento que la sociedad española me juzga y me critica por tener un cuerpo con tanto volumen y eso que procuro vestir de acuerdo a cada ocasión”. Ella es referencia para otras chicas que también quieren curvas muy pronunciadas. “El concepto de la cirugía estética ha cambiado tanto que en Colombia hasta la sanidad pública le permite a las mujeres hacerse retoques ya que esto les ayuda a subir la autoestima” puntualiza.
Regresar por curvas
El 99% de las inmigrantes colombianas que se han practicado una cirugía estética han ido a su país a hacérsela porque confían en la calidad de sus médicos y porque les cuesta mucho menos de lo que pagarían en España. Andrea Pinto Pinto es una de ellas pese a que su primera experiencia con el bisturí fue traumática. “A los cuatro meses de haber llegado a España se me reventó la silicona que me habían puesto en el pecho izquierdo y me asusté mucho porque decían que ese líquido podía generar cáncer. Regresé a Colombia y me pusieron otras de mejor calidad” comenta Andrea, quien se siente satisfecha con sus implantes. La razón que llevó a esta joven a aumentar dos tallas de pecho no fue otra que el complejo que tenía al ver a sus amigas con senos grandes y que también habían conseguido gracias a la cirugía. “Era por moda. La que tuviera los senos más grandes era la más famosa. Y por supuesto que sin tetas no había ni paraíso, ni dinero, ni nada” asevera Andrea.
Lo cierto es que este gusto por el volumen no se ha extendido entre todas las mujeres colombianas. Según el cirujano colombiano Fernando Romero el gusto por la cirugía varía, entre otras cosas, por la clase social de la paciente. Explica: “En las clases populares las mujeres se decantan por el cuerpo que creen que la mayoría de hombres prefieren, senos grandes, cintura marcada y caderas pronunciadas, mientras que a otro nivel se decantan por las cirugías que pasan desapercibidas en su entorno”.
Adicción al quirófano
“Las cirugías no se pueden convertir en una adicción. No hay que abusar” asegura Ángela Bernal, una joven que nos comenta que aumentó el tamaño de su pecho con implantes por vanidad y aunque se siente muy contenta con los resultados obtenidos tiene claro que no pasará nuevamente por manos del cirujano estético.
En cambio Adriana Ramírez, otra colombiana de 30 años que hace ocho después de dar a luz recurrió al bisturí para reducir abdomen, espalda, piernas y aumentar en tres tallas su pecho, afirma que no le importaría hacerse un retoque. A esta mujer le gusta sentirse admirada y se confiesa una ‘animadora’ de las cirugías. “Cuando una chica me dice que se va a operar yo soy la primera en animarla para que lo haga pues sé que le va a cambiar la vida. Todas mis amigas cercanas están operadas” enfatiza.
Estas mujeres que presumen de volumen se han convertido en un referente para otras que también lo desean. “Lo que les recomiendo es que acudan a un buen cirujano y se dejen aconsejar. Que recuerden que menos siempre es más. Que no pierdan la simetría de sus cuerpos. Y por último que no crean que porque se hacen una lipoescultura no vuelven a engordar, por el contrario es cuando más uno debe cuidarse” es el consejo que les da Melani a quienes se quieren operar.
Qué dicen ellos
La mayoría de mujeres que se operan cuentan con el apoyo moral de sus parejas. “Mi marido es español y no sólo estuvo de acuerdo con que me operara sino que me dio el dinero para hacérmelo” comenta Adriana. Por su parte Andrea afirma que los hombres son los que quieren presumir de mujeres “perfectas” y algunos pagan para que los cirujanos las dejen así.
El dato
Colombia es uno de los cuatro países latinoamericanos que más pacientes internacionales recibe para realizarse cirugía estética. El llamado turismo de salud ofrece paquetes integrales que incluyen desde el pasaje, la hospitalización hasta la recuperación del paciente. Los cirujanos españoles desaconsejan someterse a estas operaciones realizadas a miles de kilómetros en caso de una recaída del paciente.
La Cifra
En España durante 2009 se realizaron cirugías estéticas por el orden de los 700 millones de euros y se cree que en Colombia para el mismo año la cifra rondaba los 600 millones de dólares. Una cifra alta si se tiene en cuenta que en el país sudamericano el costo de las cirugías es tres veces menor.
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