Por Víctor Sánchez Rincones
Ocio Latino-.Es difícil explorar el dolor y hacerlo público sin miedo y sin vergüenza. Tito Nieves, el ‘Pavarotti de la Salsa’, el hombre, el padre y el hijo, en una entrevista exclusiva a Ocio Latino, habló de aquél cáncer que por poco lo deja en una silla de ruedas; también tuvo aliento para recordar la muerte de su hijo y su caída estrepitosa en el mundo de la cocaína.
Maestro, ¿cómo está de salud ahora?
Muy bien, gracias a mi Dios; ahí manteniéndome. Lo más importante es que ya no tengo diabetes.
Cuando usted estaba pasado de peso, ¿sufría mucho?
No era tanto lo que sufría, sino lo que consumía para controlar la diabetes. Yo me estaba tomando un promedio de nueve pastillas al día. Eran cinco para controlar la enfermedad, dos para la presión y una para el colesterol.
¿Y el corazón?
Aún estando gordo el corazón estaba bien. Yo dejé de abusar de mi cuerpo hace 19 años. En 1991 fue la última vez que fumé un cigarrillo y me metí un pase de cocaína. ¿Por qué caí en la droga? Yo fui de los pioneros de la salsa que en aquella época le daban uso. Entré en ese círculo de fama en el 78. En 1986 crucé la frontera de la adicción y me di cuenta que tenía que parar o mi vida se iba a la tumba.
¿Cómo sale de ahí maestro?
Con mucho sacrificio, con mucho dolor; estuve con cinco tratamientos diferentes. En 1990 fue el último y duró hasta el 91.
¿Y la familia?
Tú crees que cuando tienes un vicio de droga tu familia no va a sufrir, pero sufren bastante. Sufren tanto los padres como los hermanos porque ven a un ser querido destrozándose.
¿Qué fue lo más terrible de su adicción?
Verme esposado en la cama de un manicomio. Yo duraba días metiendo perico y trago; y me dio una locura.
¿Usted se puso un balón gástrico para perder peso?
No, me cortaron el intestino.
¿Cuánto pesaba antes?
376 libras (170 Kg.). Ahora 252 (114 Kg.).
¿Por qué decide hacerse esta operación?
A pesar de que económicamente estás bien, tienes cosas materiales, había en mí una soledad, un vacío. De qué te vale tener millones de dólares si estás en silla de rueda y no tienes salud. Me operé porque tenía claro que si seguía por ese camino tarde o temprano me iba a morir. El médico que me operó le contó a mi esposa antes de intervenirme que el hígado lo tenía afectado por tantas pastillas que tomaba. Que había llegado a la sala de cirugía en un buen momento o de lo contrario ya no estaría aquí para contarlo.
Pero no siempre fue obeso…
Es cierto. Con el paso de los años llegué a la obesidad. Pero el público nunca me hizo sentir gordo. De hecho cuando yo empecé a rebajar las mujeres me tiraban piropos. Me decían que les gustaba más gordo. La cirugía no la hice por la gordura, me la hice por salud. Algunas veces estaba en casa solo y se me dormía la planta de los pies y me cansaba mucho. Cada vez era un problema mayor y había que atajarlo.
Antes de la entrevista usted manifestó que no aconseja esta intervención, ¿por qué?
No quiero que la gente piense que como Tito lo hizo, muchos lo pueden hacer. ¿Y si muere esa persona en la sala? Quizás la familia me responsabilice y me diga: ‘por ti fue que mi hijo se mató’. No quiero cargos de conciencia. Yo lo hice por mí.
Maestro, ¿cómo lo ha marcado la muerte de su hijo?
Tenía mucho coraje porque siempre he dicho que Dios no comete errores; pero no entiendo por qué se lleva a la gente buena y deja a la mala. Me he dado cuenta con el tiempo que la vida no es para entenderla, es para vivirla. A pesar de todo yo no guardo rencor. Le doy gracias a Dios por todos los días que tengo y trato de ser el mejor ser humano que pueda.
Su hijo falleció de cáncer en los huesos a los 24 años y a usted le detectaron cáncer en una glándula salival a esa misma edad…
Son los designios de la vida. Incomprensibles siempre. Uno le da vueltas a las cosas y no termina de comprenderlas.
¿Cómo afrontó usted su enfermedad?
Con mucho miedo, con mucho respeto. En ese momento, el año 84, yo estaba en la cúspide de la fama. Pensé, si te soy sincero, que iba a perder la voz, la vida o que iba a quedar paralítico. Tú no sabes lo grande que se escucha la palabra cáncer cuando uno tiene esa edad.
Su mundo ha sido fama, éxito y dinero, ¿pero qué lección le ha dado la vida?
Fe en Dios sobre todas las cosas. Hay días buenos y malos. Imagínate si todos los días fueran perfectos, sería aburrido. A mí lo que me resulta más cómico es cuando llueve y la gente dice que es un día feo. Si no lloviera no habría flores. Ten siempre presente que el día más horrible de tu vida es cuando estás enterrando a un ser querido. Eso es un día feo porque ya no lo vas a ver. A las personas que lean esta entrevista les digo que no esperen hasta mañana para demostrar amor a los seres queridos, porque a veces el mañana nunca llega. Llama a tu mamá, a tu papá, a tu hermano, a tu hijo, a tu novia, a tu esposa y diles te amo. Abrázalos porque quizás cuando salga el sol sea demasiado tarde.