Por: Víctor Sánchez Rincones
La vida de te da vueltas. Tanta arrogancia para qué. Tanta prepotencia para qué, me pregunto. Esa era la actitud de Don Omar con la prensa, con sus fanáticos, pero de un tiempo para acá, después del escándalo en el que se vio envuelto por maltrato a su novia o ex novia, no lo sabemos aún, vemos ahora a un Don Omar cambiado, más elocuente con sus fans, hasta el punto que vive realizando encuentros por Facebook, cuando años atrás esto era imposible.
¿Pero por qué ha cambiado Don Omar? Es quizás la pregunta recurrente en este texto. Yo creo, y sin miedo a equivocarme, es que se dio cuenta de que está perdiendo el tren. Ahora los famosos, los número uno son otros. Y son artistas que interactúan con sus seguidores, que se toman fotos con ellos sin reparos, que son más terrenales y más cercanos a ese público que les de da de comer, que los vuelve millonarios y poderosos.
En estos momentos Don Omar vive del pasado, de sus éxitos anteriores; ya no tiene esa magia que lo hacía invencible. El tiempo lo ha garnateado, lo ha puesto en su lugar. No sé si el nuevo Don Omar es una apariencia o un lobo que se viste con piel del cordero para en cualquier momento pelar el cobre. Pero de lo que no hay duda es que prefiero a este Don Omar, quizás falso, que aquel que iba por la vida creyéndose el rey del mambo y despreciando a todo mortal que se le atravesaba en el camino: desde empresarios -que prácticamente arruinó por la cancelación de sus shows-hasta jóvenes que pensaban que ese ídolo nunca iba ser de barro.