Ocio Latino / Lima – Perú /.- Pase lo que pase, el martes 10 de octubre será un día feliz en el Perú. Como lo fue el jueves 5. Un día en que los peruanos amaneceremos contentos, saldremos a la calle, a trabajar, al colegio o al mercado con una sonrisa, sintiéndonos todos contagiados por la alegría que el seleccionado peruano está dando al país.
Niños, chicas, hombres, ancianos vestirán la camiseta rojiblanca que se ha vendido en muchas calles de la ciudad desde 30 soles “hecha en Gamarra” hasta 200 soles la oficial, ofrecida en Ripley y con una larga cola para comprarla.
Hay la sensación de vivir un momento único. No es solo que desde hace 36 años no clasificáramos a un Mundial de Fútbol.
Los jóvenes y jóvenes adultos que nacieron después de 1982, que nunca habían vivido la emoción de ver a su país en el campeonato de fútbol más importante sienten que verán su sueño cumplido.
La verdadera emoción es que estamos aquí, viviendo este momento, porque por fin creemos en nosotros mismos. Y creyendo sin triunfalismos. Creyendo porque, como el equipo que jugará ante Colombia, hemos hecho nuestra tarea y ahora toca ver los resultados.
Y porque, sin que suene huachafo, queremos al Perú. Como lo quiere Paolo Guerrero, el capitán del seleccionado. Sí, Guerrero, quien nunca “se la creyó”, nunca se le subieron los humos, nunca puso un pero para venir a jugar por su país, nunca “se cuidó las piernas”. Siempre dio el todo por el todo.
Por eso hoy los niños quieren ser como él. O como Christian Cueva, el trujillano que hace triunfar en torneos regionales a los equipos en los que juega, llámese Unión Española de Chile o Rayo Vallecano de España. O también quieren ser, especialmente en los últimos cuatro días, como Pedro Gallese, la nueva revelación en el arco, quien respondió al periodista argentino Horacio Pagani, que lo llamó «arquero de medio pelo» diciéndole que él, al menos, tiene pelo.
Esto es lo que se vive hoy, confianza. Confianza en nosotros mismos. Autoconfianza.