Ocio Latino-. Una tremenda granizada a 20 kilómetros de la meta ha obligado a la organización del Tour a neutralizar la carrera y anular la última ascensión a Tignes. Los tiempos marcados en la penúltima cima, la del Iseran, son los oficialmente válidos, lo que convierte a Egan Bernal en el nuevo líder de la carrera, a falta de una sola etapa alpina antes del clásico cierre en París.
El corredor colombiano es también el ganador oficial de la etapa, al ser el primero en coronar ese puerto que minutos después se convirtió en la improvisada meta de la etapa. Bernal logró cerca de un minuto de renta con respecto a Thomas, Kruijswijk, Buchmann y Landa y algo más de dos con Alaphilippe, que perdió el maillot amarillo después de muchos días llevándolo. Ahora Bernal es primero en la general, Alaphilippe segundo y Thomas tercero mientras que Landa avanza hasta la sexta posición.
La decisión de detener la carrera era la única que podía tomar la organización dadas las condiciones de la carretera de ascenso. Había tramos convertidos en ríos y otros en los que incluso se había desprendido parte de la ladera. Era literalmente imposible llegar a la meta para los ciclistas, que no tuvieron más remedio que resignarse a poner pie a tierra tras la lógica estupefacción de observar a comisarios y motoristas indicándoles que se detuvieran.
Hasta ese momento, se había vivido una etapa espectacular que tuvo a Pinot como gran damnificado. El francés, quinto en la general y con opciones de victoria final, tuvo que bajarse de la bicicleta entre lágrimas a 85 kilómetros de meta, debido a una rotura muscular en el muslo, una lesión extrañísima para un ciclista.
Llegado el Iseran, la cima de esta edición del Tour, Ineos endureció muchísimo la carrera hasta que a seis kilómetros del premio de la montaña Thomas lanzó un ataque que reventó el grupo. Kruijswijk y Buchmann alcanzaron al galés y después fue Bernal el que lanzó un contraataque demoledor al que nadie pudo responder.
El colombiano alcanzó a los fugados y los fue reventando uno por uno. Y no eran unos cualquiera: Nibali, Urán, Barguil, Simon Yates… Coronó ya en solitario, si bien Yates logró alcanzarle al comienzo del descenso. De hecho, cuando la carrera se detuvo, a algo más de 30 kilómetros para la meta prevista, ambos hacían camino juntos. Fue una bendición para Alaphilippe, quien conserva opciones para el triunfo final que difícilmente habría tenido tras la ascensión a Tignes.
