Por: Carolina Ethel
Hasta el 10 de diciembre, la escritora y comediante colombiana, actúa en el Pequeño Teatro de Gran Vía de Madrid.
Paula Arcila escribe, actúa y colabora desde Madrid en el programa Despierta América, de Univisión. Su nuevo monólogo en el Pequeño Teatro de Gran Vía, transcurre en 70 minutos de carcajadas profundas sobre el cambio, el reto de la convivencia en parejas mixtas y el empoderamiento de la mujer.
“Yo soy como las Kardashian, solo que, sin pasta, sin culo y sin seguidores”, dice Paula Arcila en su monólogo ‘Un cambio demente’, que se puede ver en el Pequeño Teatro de Gran Vía hasta el 10 de diciembre. Pero lo cierto es que esta comediante colombiana, tiene ya más de un millón y medio de seguidores en sus redes sociales, que conectan con su manera desparpajada de abordar las problemáticas de la mujer, dándole voz a sus relatos en primera persona.
En ‘Un cambio demente’, Arcila nos hace partícipes de su propio camino hacia el altar, un momento que congela para reflexionar sobre la gran constante del ser humano: el cambio, que nos empeñamos en seguir viendo como novedad.
La locutora, comediante, confidente y voz de las mujeres, se ríe de sí misma para retratar a la sociedad en la que ha crecido y desarrollado su ya larga trayectoria detrás del dial y frente a miles de personas en escenarios de Colombia, Estados Unidos y España.
¿Cuál es el cambio demente que detona esta obra?; ¿Qué es el cambio?
El amor, que es lo que lo mueve todo. El amor por uno mismo que es lo que te mueve a hacer cambios para hacerte feliz. Para ser feliz.
Dejé mi vida en Miami, porque sentía que me estancaba en la zona de confort y quise buscar retos que me permitieran aprender y crecer -en conocimiento, porque estos 1.55 no me los estira nadie-.
Yo estaba muy bien, trabajando en la radio, colaborando en la televisión, con el libro, el podcast y el show de ‘Miss Cuarenta’ y durante un tiempo hice el esfuerzo por cambiar otros aspectos de mi vida profesional que cada vez veía más lejanos. Cuando me di cuenta de que eso que tanto quería no venía de afuera, sino que tenía que salir de mí, me lancé.
Creo que ese es el verdadero sentido de “empoderarse”. Hacer realidad las cosas que te den felicidad y plenitud… y en esas ando aquí en Madrid. Haciendo teatro, una las cosas que más disfruto en la vida. La primera temporada de este espectáculo tuvo una excelente respuesta y espero que se siga sumando el público latino, que me acompañe y disfrute esta historia, que es un poco la suya también.
El mundo de la comedia está dominado por los hombres, pero cada vez vemos más mujeres subiéndose al escenario. Tu tenías una carrera exitosa en la radio, publicaste un libro que ha sido best seller, hiciste teatro… ¿Por qué la comedia?
Yo pasé del dolor al humor en aterrizaje forzoso, con pocas lesiones. A través del humor he combatido el dolor, las inseguridades y el miedo al fracaso. Momentos de la vida por los que pasamos todos.
Empecé por reírme de mí y descubrí que me encanta hacer reír a la gente, pero siempre con un puntico de reflexión, como puyándoles el ojo para se vean a sí mismos.
Cuando se habla de humor femenino la gente cree que vamos a tocar temas de cocina, recetas, quitamanchas, o de machacar a los maridos.
No es fácil abrirse camino en el mundo de la comedia. Estamos en una sociedad en la que los hombres tienen licencia para hablar de ciertas cosas, pero cuando las dice una mujer tienen menos valor o generan una risa de condescendencia o desaprobación: “Qué feo se ve una mujer diciendo malas palabras”. ¡Ja!
Al final del espectáculo, me encuentro con comentarios como “hasta mi marido se rió” o “tengo que traer a mi marido”. Hay un estigma de que el humor hecho por mujeres es sólo para mujeres o que nos reunimos en un teatro a despotricar de ellos. El humor es un espacio que nos une a todos en una carcajada.
- ¿Qué le ha pasado a Paula Arcila desde el desahogo de “Una reina sin medidas” hasta este cambio de continente?
El libro se escribió desde el dolor, pero se publicó desde la sanación. Estuvo años guardado en mi ordenador. Cuando surgió la posibilidad de publicarlo, dije “qué vieja tan sufrida, qué pereza” y decidí cambiar de color, cambiar de voz y no ser víctima. Asumir mi responsabilidad. Mi psicóloga de turno me sugirió, a manera de terapia, que escribiera todo lo que me pasara por la mente. Que sería una manera de drenar, de hacer catarsis. Y que, además, nunca sabíamos en qué momento quizás eso se convertiría en un libro que sirviera como referencia a otras mujeres que están pasando por una situación como la mía. ¡Dicho y hecho!
El libro ha cumplido el objetivo y además me ha ayudado para conectarme con un cantidad de mujeres que quizás no habría conocido de otra manera.
Desde su publicación hasta hoy las cosas en mi vida siguen cambiando. El miedo sigue apareciendo ocasionalmente pero ya no le huyo. Ahora lo enfrento, le dejo su espacio, pero lo mando prontito a freír espárragos. Disfruto mucho mi trabajo en el teatro porque a través de mis monólogos sigo poniendo voz a todo lo que me preocupa .
Hace algunos días JBalvin utilizó sus redes sociales para contarle a sus seguidores y seguidoras que sufre de ansiedad. Recomendaba la visita al sicólogo como la mejor opción para sobrellevar esta condición.
Me dio mucho gusto ver que alguien con tanta influencia se atreviera a hacer esta confesión.
No hubo juicios, ni burlas, ni cometarios malintencionados.
Si la violencia de género se gestionara de la misma manera, las cosas serían muy diferentes.
Pero a una mujer que se atreva a hablar del tema se le tilda de “loca” “celosa” “quién sabe qué hizo”.
¿Es complicado abordar estos temas con humor y que sea una mujer la que promueve la reflexión en clave de humor?
Para mí ha sido un proceso de aprendizaje entender que esto no es una guerra de sexos, que no es una competencia, que los hombres sufren porque también son víctimas de un sistema patriarcal. Que tienen muy mal entendido el tema de la masculinidad y que en ocasiones no son conscientes de sus abusos porque lo que les han enseñado es que la mujer es de su propiedad y pueden hacer con nosotras lo que quieran, que ellos son superiores.
En ocasiones resulta complicado para la gente que sigue el podcast entender que exista una comunión entre los temas de abuso y el humor. A mí el humor fue lo que salvó. Yo no me burlo de mis circunstancias, me río de ellas que es diferente. Yo encontré en el humor la mejor manera de debilitar a quienes desde niña me hacían bullying y cuando vi que me dio resultados, por ahí seguí y aquí estoy.
Después de todo lo que cuento en mis monólogos no es tan diferente a lo que comparto en los podcast, solo que en el teatro lo suavizo. NO se trata de revictimizar ni agregarle más drama a lo que ya tiene de sobra.
¿Crees que haberlo vivido en primera persona, contribuye a generar esa confianza de las mujeres hacia ti?
Haberlo vivido es la razón principal por la que existe esto. Yo les creo, he estado ahí, lo he vivido, nadie me lo ha contado. Y como si fuera poco, lo superé y sé que ellas también lo harán.
Recuerdo que cuando empezaron a llegar las historias lo comenté con mi psicólogo de turno y a él le pareció fantástico. Me dijo “ a mi no me vas a dejar sin trabajo, no te preocupes”. Ellas saben que el trabajo de un profesional jamás será remplazado por una opinión que yo les de. Esa es una de las responsabilidades que tienen, que tenemos las personas que hemos sufrido de abuso. ¡Buscar ayuda!. Cuando lo escriben ya lo están exteriorizando y es ideal. Luego, darle seguimiento es la clave para iniciar la sanación. Como todo en la vida esto requiere de esfuerzo y disciplina. Como una adicción, como una enfermedad ( que lo es ) pero no se le da la importancia ni el tratamiento correctos.
¿Cuántas cartas ha recibido? ¿Cuáles son los casos recurrentes?
No tengo muy clara la cantidad de mensajes. Tengo miles de correos sin leer y otros que me llegan por el inbox de Facebook. Empecé a grabar un episodio por semana y ahora esto haciendo dos. Más los videos de Facebook y aún así no doy abasto.
Los casos más recurrentes son la falta de independencia para dejar relaciones en las que hay abuso. Independencia económica y emocional.
Tengo mensajes en los que me dicen : “tenemos problemas normales como cualquier matrimonio”.
Los problemas “normales” pueden ser la impuntualidad, el desorden, olvidos. Digamos que son los problemas normales de la cotidianidad. Porque es cierto que las relaciones pasan por crisis, producto también de la convivencia.
Pero cuando empezamos a normalizar las humillaciones, las infidelidades, que no lleguen a casa a dormir, empujones, gritos, golpes, maltrato sicológico, económico, que controlen con quien hablas, que no te de permiso para trabajar o estudiar, eso ya no es un problema normal.
¿Por qué es tan importante que lo contemos?
El silencio es cómplice, lo que no se cuenta es como si no hubiera pasado, como si no estuviera pasando. Y porque el silencio normaliza. Al contarlo nos estamos despojando de un peso que no nos deja avanzar y además solidariza, motiva a que otra persona también lo cuente.
¿Qué les dices a las reinas?
Que tomen el control de sus vidas, que tener una pareja al lado no es el motor principal. Que la vida además de vivirla hay que disfrutarla y no se puede perder más el tiempo enfrascadas en una mala relación de pareja. Pero, qué más podemos esperar si eso fue lo que nos enseñaron desde niñas. No nos enseñaron a amarnos. Nos enseñaron a cuidar de los demás y a hacer méritos para conseguir al hombre ideal. Como si ese fuera el premio por ser unas niñas buenas.
¿Y a las que le tienen miedo al cambio?
A las que le tienen miedo a todo, les cuento mi testimonio. Miedo tenemos todas, siempre pero cuando vemos que otra persona lo pudo lograr, eso nos da un empujoncito. Lo más importante de lo que hago en estos podcast es buscar un lugar de encuentro donde ellas entran sin que nadie las vea, sin moverse de sus casas. Ahí encuentran que no son las únicas y que no tiene que sentir vergüenza. Hay quienes llevan años en una relación abusiva y no son conscientes de ellos hasta que lo escuchan de otra persona.