Los primeros cinco meses de Pedro Castillo al frente de Perú han estado lejos de suponer la tranquilidad que el país buscaba con las pasadas elecciones celebradas entre abril y junio para poner fin a una de las etapas más convulsas de su historia reciente –con cinco presidentes en apenas cuatro años–, dejando ya doce cambios ministeriales en menos de medio año de gobierno.
Castillo ha tenido que hacer frente a una incansable oposición por parte de los principales grupos mediáticos, a un Congreso que a pesar de estar muy fraccionado no ha dudado en unirse contra él, y a su propio partido, Perú Libre, quien le ha acusado de tibio en sus políticas frente a quienes le consideran un radical.
Desde un primer momento ha sobrevolado las sospechas de nepotismo dentro de su gabinete, con la casi totalidad de sus ministros cuestionados por diferentes cuestiones, ya sea por su falta de experiencia para ostentar un cargo de esa relevancia, por haber mantenido supuestas relaciones con grupos terroristas, o bien por haber incurrido en irregularidades de todo tipo.
El último en salir ha sido el que fuera titular de Educación, Carlos Gallardo, aún sin reemplazo a la vista, quien renunció hace unos días tras ser censurado por el Congreso debido a la supuesta filtración de los exámenes para profesores y por su relación con el Fenate, el sindicato de docentes fundado por Castillo.
Antes que él ocupó esa misma cartera Juan Cadillo, relevado del cargo por Castillo, según dijo, a través de un mensaje de WhatsApp. Él fue uno de los siete ministros que salió el pasado 6 de octubre cuando Mirtha Vásquez tomó las riendas del gabinete tras la renuncia de un muy cuestionado Guido Bellido.
BÉJAR, EL PRIMERO EN SALIR EN VEINTE DÍAS
El primero en tener que dejar el cargo fue Héctor Béjar. El que fuera titular de Asuntos Exteriores presentó su renuncia apenas unas semanas después de ser elegido por Castillo para encabezar las diplomacia peruana tras las presiones políticas y mediáticas que recibió por unas declaraciones de febrero de 2021 en las que acusaba a la Marina y a la CIA de ser responsables del terrorismo en el país.
Tras él vino el mencionado Bellido, quien lideró el equipo de Gobierno de Castillo durante dos meses, tiempo suficiente para lidiar con las críticas de la oposición, que le achacaban escasa preparación, y la Fiscalía, que le abrió una serie de investigaciones por supuesta apología del terrorismo.
Bellido, para algunos la voz del jefe de Perú Libre, Vladimir Cerrón, en aquel gabinete, amenazó con disolver el Congreso si no se aprobaba la reforma agraria, se las vio con Óscar Maúrtua, de Exteriores, por sus diferencias con respecto a las relaciones de Perú con Venezuela, y Castillo tuvo que desmentir públicamente sus declaraciones sobre nacionalizar algunos empresas.
Entre los más cuestionados también estaba el exministro de Trabajo, Iber Maraví, quien tuvo que comparecer a finales de septiembre ante el Congreso para responder por las denuncias que le vinculaban con grupos terroristas, una acusación, por otro lado, recurrente por parte de la oposición hacia Castillo y los suyos. No logró el aval parlamentario y fue sustituido por Betssy Chávez en el gabinete de Vásquez.
A ellos le siguieron el que fuera ministro de Interior, Juan Carrasco, cuestionado por una presunta intervención de la Policía en la Dirección contra el Terrorismo; Iván Quispe, titular del Ministerio de Producción; y el cuestionado Iván Merino, de Energías y Minas, que tras la salida de Bellido no tuvo sitio en el equipo de Vásquez, quien tampoco contó con Ciro Gálvez, hasta entonces en Cultura.
INJERENCIA EN EL EJÉRCITO Y FIESTAS EN PANDEMIA
Los otros casos más sonados llegaron con Vásquez ya al frente del gabinete. Luis Barranzuela, quien había sustituido a Juan Carrasco al frente de Interior, dimitió el 2 de noviembre tras revelarse que había celebrado una fiesta en su domicilio saltándose así las restricciones impuestas por la pandemia, aunque en su carta de renuncia rechazó «las falsas acusaciones» sobre él. Le sustituyó Avelino Guillén.
La siguiente gran polémica fue protagonizada por Walter Ayala, a quien se acusó de presionar para tratar de forzar determinados ascensos en las Fuerzas Armadas. La Fiscalía abrió una investigación contra él y contra el secretario general del Despacho Presidencial, Bruno Pacheco, quien renunció poco después, en la que el presidente Castillo ha sido interrogado en calidad de testigo.
Su reemplazo tampoco estuvo exento de controversia pues fue Juan Carrasco, el ex de Interior. Por último y antes de que Gallardo saliera del Ministerio de Educación, fue Roger Incio, apenas un mes al frente de Producción, quien dejó su puesto a Jorge Prado./ Europa Press