Cuando el pasado fin de semana miles de cubanos volvieron a salir a las calles de varias ciudades del país lo hicieron combinando las habituales consignas de «libertad» con otras como «hambre» y «corriente». La sucesión de apagones ha sido la gota que ha colmado el vaso para muchos ante un Gobierno que lleva meses reconociendo todo tipo de dificultades pero que sigue responsabilizando al «bloqueo criminal» de Estados Unidos de la mayor parte de los problemas.
Santiago o Bayamo, entre otras ciudades, sirvieron de escenario para una serie de protestas que, sin ser tan multitudinarias como en anteriores ocasiones, sí dejaron entrever el hartazgo de una parte de la ciudadanía que ha sufrido en primera persona los estragos de una economía que se contrajo en 2023 en torno a un 2 por ciento y acumula una inflación interanual superior al 30 por ciento.
La pandemia de COVID-19 llevó al propio Gobierno a reconocer que Cuba atravesaba su peor momento en décadas –muchos aún tienen en la retina el declive vivido tras la caída de la Unión Soviética–, si bien en el caso de la isla el cierre derivado de la emergencia sanitaria se vio agravado por otras coyunturas internas y desafíos recientes como la eliminación de la doble divisa.
Este mismo mes, el precio del litro de gasolina se ha quintuplicado, y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) advierte en sus previsiones de 2024 de que un millón de personas necesitan asistencia alimentaria «urgente». De hecho, las autoridades cubanas han recurrido a dicha agencia para cubrir parte del déficit de leche en polvo, si bien el Ministerio de Exteriores cubano reivindicó la seguridad alimentaria como «una prioridad de Estado».
«Varias personas han expresado su inconformidad con la situación del servicio eléctrico y la distribución de alimentos», declaró el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, pocas horas después del estallido de las últimas movilizaciones. Se mostró dispuesto a «atender» las reivindicaciones de la población, así como a «explicar las numerosas gestiones que se realizan para mejorar la situación», pero abogó por un «ambiente de tranquilidad».
El dramaturgo cubano Yunior García, uno de los principales promotores de las marchas contra el Gobierno de Cuba en 2021 y ahora exiliado en España, afirma en declaraciones a Europa Press que era cuestión de tiempo que la situación en las calles volviese a «estallar», fruto de «la escasez y la desesperanza».
No cabe ya, a su juicio, la utilización de la doctrina de «zanahoria o palo» por parte del Gobierno, puesto que «al régimen no le quedan zanahorias» que ofrecer a los ciudadanos, si bien apenas existen datos respecto a las detenciones de estos últimos días. La ONG Prisoners Defenders investiga más de una decena de casos, según fuentes consultadas por Europa Press.
Los apagones llegan a prolongarse durante más de 15 horas e imposibilitan «tener una vida digna», en opinión de García, que cree que la crisis ha llegado ya a tal punto imposible de ocultar para el «régimen». Considera, además, que el Gobierno no puede mantener el «hermetismo» que sí logró aplicar durante décadas, puesto que el camino hacia la transparencia ha venido forzado por las redes sociales, donde «la gente muestra la realidad» de la isla.
EEUU COMO CULPABLE
Sin embargo, las «dificultades» reconocidas por Díaz-Canel tienen un único culpable: Estados Unidos. El presidente acusó a los «enemigos de la revolución» de intentarse «aprovechar» de la situación «con fines desestabilizadoras» y volvió a poner el foco en el embargo que Washington introdujo sobre la isla hace ya más de medio siglo.
«No nos cansaremos de pelear contra el bloqueo genocida ni de explicarle al pueblo las causas de los problemas y los esfuerzos del Gobierno para sacar adelante la economía», clamó.
Yunior García denuncia esta «campaña de desinformación» y el hecho de que «siempre» se mire hacia Washington. «Es una exageración en la que ya prácticamente nadie cree. Cuba no es una prioridad para el Gobierno de Estados Unidos, pero tienen que seguir aferrándose a la excusa», agrega.
El Ministerio de Exteriores cubano convocó el lunes al encargado de negocios estadounidense en señal de protesta, ante la supuesta «conducta injerencista» de la Embajada por un mensaje publicado en redes sociales. El Gobierno estadounidense respondió tachando de «absurdas» las acusaciones pero reclamando también respeto para las libertades y derechos fundamentales en Cuba.
«El Gobierno cubano no podrá satisfacer las necesidades de su pueblo hasta que adopte la democracia y el Estado de derecho y respete los derechos de los ciudadanos cubanos», ha advertido en redes sociales», planteó el secretario de Estado adjunto para asuntos del Hemisferio Occidental, Brian A. Nichols.
García afirma que es «inmoral» mantener cualquier tipo de relación diplomática con una «dictadura», tratarla como si fuese «un país normal». Considera que Cuba ha tenido éxito al «exportar» su modelo político a otros países como Nicaragua y Ortega y advierte de que todos ellos se han convertido en «lacayos» de la Rusia de Vladimir Putin.
El dramaturgo, que vive ahora asilado en Madrid y combina su deseo de seguir en el mundo artístico con una faceta comercial para ganarse la vida, subraya que su deseo sigue siendo volver a Cuba, ya que lleva dos años sin ver a su hijo. «Pero no me lo permiten», lamenta.
En este sentido, explica que las autoridades cubanas llevan aplicando ‘de facto’ años la misma táctica que el Gobierno nicaragüense introdujo el año pasado para expulsar a disidentes y quitarles la nacionalidad: «Muchos cubanos estamos prácticamente desterrados»./ Europa Press