El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado controversia al referirse de manera vulgar a los países que buscan negociar exenciones a los nuevos aranceles impuestos por su administración. Durante una cena del Comité Nacional Republicano, Trump afirmó que “me llaman para besarme el culo”, en alusión a las naciones que solicitan trato preferencial en materia arancelaria.
Estas declaraciones se produjeron en el contexto de la entrada en vigor de una nueva tanda de aranceles: un 20% a productos de la Unión Europea y un 104% a los provenientes de China. Estas medidas afectan aproximadamente al 20% del comercio exterior de Estados Unidos, impactando sectores como la automoción, maquinaria y productos farmacéuticos.
La Unión Europea ha calificado estas acciones como “un paso en la dirección equivocada” y ha advertido sobre posibles contramedidas. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, señaló que los aranceles “dan alas a la inflación” y afectan negativamente tanto a Estados Unidos como a Europa.
Además, Trump ha anunciado la implementación de un “importante arancel” a las compañías farmacéuticas, con el objetivo de que trasladen su producción de vuelta a Estados Unidos. El mandatario argumenta que esta medida obligará a las farmacéuticas a abandonar países como China para establecer fábricas en territorio estadounidense, aprovechando el hecho de que es el mayor mercado global para estos productos.
Estas políticas han generado preocupación entre economistas y empresarios, quienes advierten sobre los riesgos económicos y la posible parálisis empresarial. Mientras tanto, la administración Trump mantiene su postura firme en la implementación de medidas proteccionistas, argumentando que buscan equilibrar la balanza comercial y fortalecer la economía nacional.
